Durante toda la jornada del sábado 18 de octubre, la comunidad diocesana se reunió para conmemorar los 100 años de vida pastoral, en una gran fiesta de fe, encuentro y agradecimiento.
El sábado 18 de octubre fue un día de profunda alegría y devoción para la Iglesia de Talca. Alrededor de cuatro mil personas participaron en la celebración del centenario diocesano, una jornada que reunió a comunidades, parroquias, movimientos y familias de toda la diócesis para dar gracias por estos 100 años de vida, misión y esperanza compartida.
La jornada comenzó a las 10:00 de la mañana en el Colegio Integrado y el CFT San Agustín, con la llegada de la Virgen del Carmen Peregrina de Huenchullami, quien durante más de un mes recorrió todas las parroquias de la diócesis preparando los corazones para esta gran fiesta. Los peregrinos fueron recibidos con un desayuno fraterno y luego pudieron disfrutar de un recorrido histórico en el gimnasio del colegio, donde se presentaron textos, maquetas de templos en reconstrucción, mapas de las parroquias y collages fotográficos preparados por las comunidades durante los meses previos.
En el patio central se vivió un momento de oración a cargo de la Vicaría de Pastoral Juvenil (VPJ), precedido por un colorido baile en honor a la Virgen, ofrecido por el grupo Caporales Gran Poder Maule. Más adelante, los asistentes continuaron el recorrido hasta la capilla Seminario San Pelayo, donde se expuso una muestra de textiles y arte sacramental, gracias a la colaboración de la Villa Cultural de Huilquilemu.
El itinerario continuó en el CFT San Agustín, donde los peregrinos pudieron dejar sus mensajes y recuerdos en un lienzo gigante, tomarse fotografías con figuras de Monseñor Carlos González, el Papa Francisco y otros personajes que han marcado la historia diocesana, mientras el grupo Conexión de Fe animaba el ambiente con cantos y alegría.
A eso de las 12:30 horas, la multitud se preparó para iniciar la procesión con la Virgen del Carmen de Huenchullami rumbo al Parque Río Claro, acompañados por la banda del Liceo Bicentenario de Excelencia Santa Marta. Fue un trayecto lleno de fe y emoción, donde los cantos y oraciones dieron testimonio de una Iglesia viva que camina unida.
Una tarde de alegría, música y encuentro
La Virgen fue recibida con gran júbilo a orillas del río, donde la esperaban aún más fieles, dando así inicio a la jornada de la tarde en una gran feria preparada con mucho cariño para los asistentes.
El Parque Río Claro se transformó en un espacio de comunión, alegría y fraternidad. Se dispusieron dos escenarios: en el primero se presentaron Carolina Díaz, interpretando el Himno de los 100 años, y los grupos Shabaj, My-Sion y Adonai, quienes con su música animaron y elevaron el espíritu de los presentes. El segundo escenario estuvo dedicado al folclor y las tradiciones del Maule, con la participación de cantores campesinos y grupos de bailes folclóricos, que dieron un toque de identidad y color a la celebración.
Mientras transcurría la tarde, los peregrinos pudieron compartir el almuerzo, recorrer la feria organizada junto al CFT San Agustín y la Fundación Crate, y disfrutar de las instalaciones del parque, todo en un ambiente familiar y festivo que reflejaba el cariño y la participación de toda la comunidad diocesana.
Celebración eucarística del Centenario
Momentos antes de iniciar la Eucaristía, la Virgen del Carmen de Huenchullami comenzó nuevamente su recorrido, esta vez para congregar a los peregrinos en el escenario principal, donde también se hicieron presentes autoridades civiles y eclesiales de la región.
El Coro de la Universidad Católica del Maule ofreció una hermosa interpretación musical que dio paso a la Misa de acción de gracias presidida por Monseñor Galo Fernández, junto a sacerdotes, diáconos y ministros de toda la diócesis.
Durante su homilía, el Obispo invitó a mirar la historia con gratitud y humildad, recordando que, aunque no siempre se ha sido tierra fértil, la misericordia de Dios ha estado siempre presente fecundando la vida de la diócesis.
“Jesús, el Sembrador, es la causa de nuestra alegría y el centro de nuestra gratitud en este centenario. Aunque no siempre fuimos buena tierra, celebramos envueltos no en vanagloria, sino en la infinita misericordia de Dios que nunca se cansa de sembrar en nosotros”.
“A lo largo de estos cien años, el Señor ha hecho fecunda su semilla en medio de nuestras fragilidades. Por eso damos gracias por una Iglesia viva, donde pastores, religiosas, laicos y laicas han caminado juntos, construyendo comunidades de fe, servicio y esperanza”.
El pastor diocesano recordó con especial emoción el compromiso de nuestra diócesis con los más pobres y vulnerables, agradeciendo la valentía de quienes supieron mantenerse firmes en tiempos difíciles: “Bendecimos al Señor por el compromiso de esta Iglesia con los pobres y excluidos, porque en los tiempos difíciles supimos ser voz de los sin voz y refugio de los desamparados. En ellos reconocemos el rostro del mismo Cristo, que se identifica con los últimos.”
Finalmente, el obispo llamó a los fieles a no mirar el pasado con nostalgia, sino con esperanza activa, confiando en la misión que continúa.
“El mundo ha cambiado profundamente, y la tierra parece más dura para acoger el Evangelio; sin embargo, no perdemos la confianza. Somos herederos de una historia fecunda y nuestra misión es continuar la tarea del sembrador, ofreciendo con alegría el tesoro del Evangelio a todos los que habitan estas tierras de Talca y Curicó.”
Antes de concluir la misa, Monseñor Galo realizó un envío misionero, invitando a los fieles a seguir caminando juntos hacia un futuro más próspero y solidario, siendo testigos del amor de Cristo en el Maule.
El momento más emotivo llegó cuando se presentó una torta gigante, símbolo de los 100 años de historia. Los niños fueron los primeros en acercarse para cantar el cumpleaños de la diócesis, un gesto sencillo pero profundamente significativo, lleno de ternura y alegría compartida.
El atardecer acompañó el final de esta inolvidable jornada. Mientras el sol se escondía sobre el Río Claro, los rostros de los peregrinos reflejaban gratitud y emoción. Fue un cierre lleno de fe, música y comunidad, donde se sintió la certeza de que Dios ha estado presente en estos cien años de historia, y seguirá guiando el camino de la Iglesia de Talca hacia nuevos horizontes de esperanza. Fueron 100 años para agradecer, celebrar y anunciar.