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10 Oct2025

Gracias, Señor, por tus beneficios

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Mientras se dirigía a Jerusalén. Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: <<¡Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros!>>. Al verlos, Jesús les dijo: <<Vayan a presentarse a los sacerdotes>>. Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: <<¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?>>. Y agregó: <<Levántate y vete, tu fe te ha salvado>>. (Lucas 17, 11-19)

Hemos comentado en muchas ocasiones la débil comprensión que tienen los favorecidos por los signos de Jesús y la falta de fe de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Ya la semana pasada veíamos a los apóstoles pedir a Jesús que les aumente la fe; algo que no es tan fácil porque no se puede hacer magia con algo que es tan profundo y pasa por la experiencia de encuentro con alguien que se gana esa fe, esa confianza de entregarle nuestra intimidad, los pensamientos y deseos; porque sabemos que es una persona que ha conquistado nuestro corazón y no tendremos de parte de él abuso o mala utilización de esa confianza.

El texto de hoy nos hace recordar muchos momentos en los cuales hemos sido favorecidos con gracias diversas: nacimiento de hijos cuando ya habíamos perdido la esperanza; que logramos una beca cuando ya creíamos que terminaríamos aquí con nuestro deseo de estudiar; la salud de esa enfermedad que tenía un diagnóstico totalmente negativo; etc.; es la misma situación que viven esos leprosos que se encuentran con Jesús y son sanados.

Me impresiona que no se dan cuenta del bien que han recibido como si fuera tan normal sanar de una enfermedad incurable. Es más, para los sacerdotes es casi un atrevimiento que un hombre cualquiera tenga este don y en ocasiones se salta la norma del sábado.

Pero, como en otros pasajes, un samaritano. Un extranjero infiel se devuelve agradecido de la salud obtenida, a conversar con Jesús. No era esperado porque Jesús no ha realizado ese signo para ser reconocido, le brota como una palabra amorosa que surge de las entrañas del Padre Dios que siente el dolor de los sufrientes y se compromete con ellos devolviéndoles salud y dignidad. Lo que extraña el Señor es, que habiendo sido varios los sanados, sea solo uno y más encima extranjero el que reconoce este acto de bondad.

Será bueno que cada uno de nosotros mire aquellos motivos que tenemos para agradecer y para reconocer que hemos avanzado en nuestra vida ya que poseemos educación, vivienda, trabajo, amistad, familia, etc.; no todo se consigue por el simpe esfuerzo personal.
La humanidad pierde cuando prescinde de Dios. Decía Hans Küng, un gran teólogo, que “una humanidad sin Dios es solamente un hormiguero bien organizado”. Una comunidad que mira lo trascendente sabe valorar todo lo que tiene. Lo humano y lo divino. Sabe mirar a las personas en toda su riqueza y con el respeto debido a si tiene fe o no la tiene.

Durante estos días hay diversas expresiones de fe en honor a María en sus diversas advocaciones: en Curicó, y las siguientes semanas en Rauco, Sagrada Familia, la localidad de Lora; y muchas otras reciben a hombres y mujeres de profunda fe que vuelven agradecidos de los dones otorgados por intercesión de la Madre de Jesús.

Vigésimo octavo domingo del año, 12 de octubre 2025.

Diseño, Edición y Producción: Departamento de Comunicación Social.
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