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02 Nov2024

Escuchar y obedecer

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José – La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó – Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: <<¿Cuál es el primero de los mandamientos?>>. Jesús respondió: <<El primero es: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que éstos”. El escriba le dijo: <<Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que Él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios>>. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: <<Tú no estás lejos del Reino de Dios>>. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas (Marcos 12, 28-34).

Continuamos recibiendo los textos del evangelio de San Marcos. Hoy nos presenta a un escriba que pregunta lo que se debe obedecer. Me parece importante que todas las personas tengan esta pregunta siempre presente y que sepan responderla desde la atención al evangelio de Jesús.

Para los judíos, la ley tiene que ver con la escucha atenta de lo que Dios le pide a los que ama. Obedecer viene de escuchar: ob audire, dicen los latinos. El Profeta Isaías nos invita a tener siempre una “actitud de escucha”, para saber cómo responder en todas las situaciones. Y la ley que Jesús nos propone está en ese ámbito, en el escuchar. Porque sabemos que un Padre siempre sueña lo mejor para sus hijos y le propone caminos diversos para que se pueda realizar en la vida, porque lo ama. Pero a medida que crece, ese hijo va decidiendo de acuerdo a su propio discernimiento y a la escucha atenta que ha tenido de la voluntad de su padre. En ese plano está la escucha de Jesús: mi voluntad es hacer la voluntad de mi Padre.

Así entonces, el pueblo de Israel conoce cual es la voluntad de su Dios, no debería tener dudas acerca de lo que significa vivir en su ley. También nosotros tenemos esa revelación, sabemos que cuando se ama a alguien, nuestra relación con ese amor será de cuidado, de servirlo, de darle todo lo mejor, de mostrarle el amplio espectro de posibilidades de crecer para que sea feliz.

Nuestra vivencia de la ley, en cambio, ha estado totalmente inclinada a tratar a las personas de manera infantil. Hemos enfatizado mandatos y reglas que nos han mecanizado y nos llevan a pesar a todos con la misma medida. Sabiendo que cuando se trata de personas, no hay nadie igual a otra, aunque su descripción de situaciones sea totalmente igual a la de otras. Porque la enseñanza recibida, el lugar en el cual se ha vivido, la edad que se tenga, los valores aprendidos hacen que sea una experiencia totalmente distinta.

Pero, ¿por qué somos así ahora? Porque hemos conocido a un Dios que es amor. Que nos miró y se compadeció de nosotros, nos condujo con brazo firme y mano extendida a través de la historia, nos sacó de la esclavitud de Egipto y como a un hijo nos llevó por el desierto a una tierra que mana leche y miel. Es el único que pensó y actuó por nosotros, dice el pueblo de Israel. Por lo tanto, a quien más podemos acudir, es nuestro Dios. Lo escuchamos -obedecemos- porque su palabra es palabra de vida eterna.

Quien recorre la historia de Israel y mira toda la historia de salvación hasta la parusía (momento final de la historia, venida del Hijo de Dios), descubrirá que todo está muy claro. No necesita preguntar, solo necesita preguntarse a sí mismo: ¿esto le hace bien a mi hermano?, ¿me ayuda a crecer a mí? Le dispone ante la ley en una actitud adulta. En una vocación de discípulo misionero.

Trigésimo primer domingo del año, 3 de noviembre 2024.

25 Oct2024

“¿Qué quieres que haga por ti?”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario episcopal Curicó Ciudad y Rural
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego-estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: <<¡Hijo de David, ten piedad de mí!>>. Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: <<¡Hijo de David, ten piedad de mí!>>. Jesús se detuvo y dijo: <<Llámenlo>>. Entonces llamaron al ciego y le dijeron: <<¡Ánimo, levántate! Él te llama>>. Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él. Jesús le preguntó: << ¿Qué quieres que haga por ti?>>. Él le respondió: <<Maestro, que yo pueda ver>>. Jesús le dijo: <<Vete, tu fe te ha salvado>>. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino (Marcos 10, 46-52).

Nos encontramos nuevamente con Jesús camino hacia Jerusalén y dentro de ese camino le surgen diversos personajes que reciben de él una palabra, un signo de reconocimiento, una invitación, etc.; hace algunos domingos contemplamos el pasaje de un joven rico que conociendo a Jesús le pregunta acerca de los requisitos para la salvación; luego dos apóstoles le piden ser tenidos en cuenta en el reino ocupando puestos de importancia estando uno a la derecha y otro a la izquierda. Hoy es un ciego, es el Hijo de Timeo; eso es el significado de su nombre: Bartimeo. Al parecer son personas conocidas en las primeras comunidades cristianas, de ahí su incorporación en el pasaje bíblico.

Llama la atención que a la hora de pasar Jesús por el lugar donde estaba el ciego Bartimeo, éste lo reconoce como un profeta importante, lo llama Hijo de David y confía de manera total en que será sanado, y la gente le dice que se calle: que no moleste al Maestro. ¿Será que no es digno de presentarse ante un profeta bueno? Porque los enfermos son pecadores y ¿manchará de esta forma al Señor? Es curioso que los mismos habitantes le impiden buscar la salvación si han escuchado que ha realizado signos en tantos lugares.

A veces no conviene escuchar tantas opiniones desafortunadas, porque el ejercicio del discernimiento ayuda a descubrir la vida verdadera y los caminos que nos conducirán a la alegría y a la salud. Pero eso requiere formación, aprender lo que significa el Mesías en la vida nuestra.

Otra cosa que llama la atención es la disposición inmediata del ciego al oír que viene Jesús: de inmediato se levantó, y botó su capa. Se desprendió de todo lo que tenía porque encontró un gran tesoro, como dice la parábola. Contrariamente a lo que el joven rico realizó: cuando se le pide dejar todo, se devuelve triste por el camino que había realizado volviendo a su vida monótona. El ciego Bartimeo, ahora curado de su enfermedad sigue alegremente a Jesús, se hace parte de su comitiva y seguramente celebrará por primera vez la Pascua en Jerusalén, ha podido disfrutar la vida nueva. Su disposición de ánimo le permite comprender que la vida requiere confianza, fe; es así como logra conocer a Jesús y recobrar la salud.

Es importante invitar a que podamos, dentro de nuestras cegueras, descubrir dónde está el Señor hablándole a la comunidad de hoy. En momentos de crisis se nos puede perder de vista la presencia amable y sanadora de Jesús. Cuando estamos ciegos pueden aparecer muchos sanadores aprovechándose de la situación y se puede caer en una enfermedad mayor.

El interés de Jesús cuando pregunta es para entrar en relación con la persona, es para que ella le haga saber su verdadera necesidad. Generalmente los ricos van con soluciones para problemas que nadie les ha planteado y es por lo que después vemos descuido, poco agradecimiento, y ganas de no volver en los que han ayudado. Pero se valora más y se cuida cuando se responde a la verdadera necesidad y esa brota de los labios de quienes en verdad están en situación de indigencia.

Pidamos a Jesús que nos despierte el mismo sentido que él tiene, de escuchar y de acercarse a quienes más necesitan para responder con lo que buscan para vivir.

Trigésimo domingo, 27 de octubre 2024.

18 Oct2024

Comunidad de hermanos

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario episcopal Curicó Ciudad y Rural
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: <<Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir>>. Él les respondió: <<¿Qué quieren que haga por ustedes?>>. Ellos le dijeron: <<Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria>>. Jesús les dijo: <<No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?>>. <<Podemos>>, le respondieron. Entonces, Jesús, agregó: <<Ustedes beberán el cáliz que Yo beberé y recibirán el mismo bautismo que Yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados>>. Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: <<Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud>> (Marcos 10, 35-45).

Continuamos reflexionando el texto de San Marcos, y hoy nos encontramos con este pasaje en el cual los hijos de Zebedeo le hacen una petición a Jesús. Al parecer son del partido de los Zelotes y su deseo fundamental es expulsar a los romanos y a cualquier invasor de su territorio. Tienen una intención política partidista detrás de su deseo. Para Jesús en cambio, no está esa motivación, sino que su permanente anhelo es hacer la voluntad de su Padre, que quiere que todos sean hermanos y puedan convivir de manera armoniosa y con valores que hacen presente la vida trinitaria en el mundo, donde cada uno sin distinción realiza su tarea que es amar. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo mantienen su identidad personal, pero siendo de una sola naturaleza divina.

Seguramente creen que, por ser más amigos, o más cercanos al líder tendrán un lugar de privilegio a la hora de su “ascenso” al poder. Me parece muy oportuno hacer memoria de algunos gobernantes de naciones que partieron con una motivación de liberación de los apremios de los gobernantes anteriores, con buena intención fueron los revolucionarios que subieron al poder para transformar las injusticias y para darle a la gente lo que necesita para salir adelante en su vida personal y comunitaria. Pero con dolor vemos hoy que esos líderes revolucionarios encabezan represión y acusan de golpistas o de traidores a quienes hoy les reclaman lo mismo que hace diez años atrás, ellos, tenían como objetivos de sus luchas.

Jesús les hace mirar a los líderes cercanos: de Roma y de Judea, el César y Herodes; ambos tienen actitudes déspotas, centrados en ellos y miran en menos a sus súbditos. Seguramente muchos de los actuales gobernantes pueden soportar situaciones extremas: que los critiquen por diversas razones, que a veces tengan que asumir solos la responsabilidad de medidas que se hacen necesarias para que un país avance, como dice Jesús, beberán del cáliz. Pero esa fortaleza o triunfo se lo atribuyen únicamente a su personal capacidad o intelecto que luego les hace mirar en menos a los demás y creen que todos le deben agradecimiento y le deben rendir pleitesía.

Jesús invita al servicio, algo que hemos repetido infinitas veces.

Jesús invita a construir una comunidad donde la jerarquía es servidora, donde la pirámide de poder se transforma en una mesa familiar, un grupo de hermanos donde cada cual tiene su importancia; su acción, su creatividad, su cercanía, su acogida es necesaria; y si no está algo falta a este pueblo. Es una mirada distinta que hace sacar lo mejor de cualquier hombre o mujer. El Padre Hurtado siempre llamó “patroncitos” a los pobres y los elevó en el trato para que sepan que su dignidad de hijos de Dios no la perdían.

Que en este tiempo nuevo de la Iglesia un tiempo de “Sinodalidad” al cual el papa Francisco nos ha invitado podamos superar la crisis con servicio y humildad, y podamos transformarnos en una Iglesia cercana, como dice nuestro lema diocesano: Ser una Iglesia en estado de Misión.

Vigésimo noveno domingo del año, 20 de octubre 2024.

15 Oct2024

El amor de Jesús es mayor exigencia que cumplir la ley

p luis alarccP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario episcopal Curicó Ciudad y Rural
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia Él y, arrodillándose, le preguntó: <<Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?>>. Jesús le dijo: <<¿Por qué me llamas bueno? Solo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre>>. El hombre respondió: <<Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud>>. Jesús lo miró con amor y le dijo: <<Sólo te falta una cosa: ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme>>. Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces, Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: <<¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!>>. Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: <<Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios>>. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: <<Entonces, ¿quién podrá salvarse?>>. Jesús fijando en ellos su mirada, les dijo: <<Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible>>. Pedro le dijo: <<Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido>>. Jesús respondió: <<Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campo por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna>> (Marcos 10, 17-30).

Este texto es muy atrayente, especialmente para quienes desean aclarar su vocación. Porque pone a la persona delante de Jesús y con él responder en verdad lo que se quiere hacer en la vida.

El joven es una buena persona; de hecho, Jesús, lo miró con mucho cariño, se nota que es piadoso y seguramente un asiduo practicante de la religión. Se nota al responder de manera muy firme que todos los mandamientos los ha cumplido desde siempre. Pero a pesar de todo, algo le falta, quiere ser plenamente feliz. Y es el anhelo de todos los hombres y mujeres del mundo. ¿Qué le falta? Jesús le propone un camino cuando le nombra los mandamientos que tienen que ver con la relación entre las personas y finalmente le invita a dejar todos los bienes que posee, dárselo a los pobres y luego seguirlo.

En esa posición, no fue capaz de responder y se fue apenado.

Muchos hoy en día viven la misma situación, estamos muy centrados en nosotros mismos, miramos nuestra seguridad y queremos que todo nos lo den, sin la apertura a la aventura. No existe la disposición y el desafío de empezar proyectos que implican la renuncia a todo lo aprendido, a lo ganado, a lo que da seguridad.

El seguimiento de Jesús siempre significará ese desapego que implica involucrarse con los demás, saber su historia y no solo por saberla sino para acompañarla, para ayudar a sanar los sufrimientos que se padecen en la modernidad donde todo está servido. La salud en muchas partes está solucionada, las pensiones se pagan, aunque existen malestares en torno a ellas, las viviendas se consiguen; pero no se encuentra alguien que quiera “perder tiempo” con los otros, que desee acompañar la soledad de los ancianos que terminan abandonados en muchos lugares del mundo. No es generalizada la opción de asumir el acompañamiento de los migrantes, de los que viven en las calles, de los que padecen el flagelo de las adicciones, el cuidado de la casa común, etc.; la religión que propone Jesús no se queda en el cumplimiento de ritos dentro de templos y de comunidades donde todo está asegurado, sino que su misión pasa por asumir las pobrezas del mundo, para erradicarlas; y que toda nuestra vida se transforme en ser itinerantes predicadores de la Buena Nueva.

Pidamos, entonces, para que el Espíritu nos ilumine y seamos capaces de dejar todo y seguir a Jesús.

Vigésimo octavo domingo del año, 13 de octubre 2024.

04 Oct2024

El desafío de formar familias fuertes

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario episcopal Curicó Ciudad y Rural
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: <<¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?>>. Él les respondió: <<¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?>>. Ellos dijeron: <<Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella>>. Entonces Jesús les respondió: <<Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, “Dios los hizo varón y mujer”. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne”. De manera que ya no son dos, “sino una sola carne”. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido>>. Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: <<El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio>>. Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: <<Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él>>. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos (Marcos 10, 2-16).

Ya estamos bien entrado el año litúrgico y el evangelio de San Marcos nos presenta un tema muy actual que tiene que ver con la situación matrimonial y familiar. ¿Es lícito dar carta de divorcio? Para Jesús la respuesta se da en una línea muy distinta a la que ellos esperaban. Jesús pone el problema en una relación familiar y no en una decisión particular de uno de los miembros de un matrimonio. Todo pasa por la dureza de cabeza que tienen; pero si comprendieran que la vida de una familia depende de todos los que la componen partiendo por el esposo y la esposa en iguales condiciones, todo sería muy distinto. Es un aspecto que está muy adelantado a los tiempos en los cuales le toca vivir a Jesús, pero es algo todavía actual en muchos lugares del mundo en los cuales esta realidad se da.

Desde mi tiempo de formación he aprendido que una familia se forma por el amor que se tienen dos personas y que en algún momento formalizan esa relación porque descubren que se aman verdaderamente y lo mejor para uno es estar con el otro, que podamos realizar juntos nuestra vida compartiendo los sueños que tenemos y ayudándonos en pobreza y en riqueza, en salud o enfermedad. Que podamos aprender a cuidarnos mutuamente sin diferencias de tal manera que ya no son dos sino una sola persona. Esa es la ley, pero que se cumple porque se ama verdaderamente y no solo “porque es ley”.

Jesús nos invita a vivir la vida familiar matrimonial teniendo cada uno los mismos derechos y deberes.

Hasta muy poco tiempo, siempre se tuvo la costumbre, amparada por leyes, de que el hombre es la cabeza de la mujer, y de acuerdo con esto era el administrador de sus bienes, dejando a veces a todos sin medios para vivir porque malgastaba en diversiones o malos negocios. Y con esto se provocaban abusos en la vida de la familia.

Escuchar hoy a Jesús es una buena noticia para todas las familias porque invita a tener un interés común, que permite fortalecer el amor ya que son dos los que cuidan una relación que debe perdurar hasta la muerte de uno de los esposos. No es solo la buena o mala aceptación del hombre la que marca la duración de una relación que no cumple con “mis expectativas” de lo que debía ser la vida de la familia o el matrimonio.

Es un buen momento para invitar a rezar por las familias en esta semana y mes dedicado a tenerlas presentes con diversas actividades de reflexión, de peregrinaciones, de renovación de compromisos matrimoniales, de testimonio misionero que nos hablen de lo bueno que significa vivir en familia que ya no son numerosas como antiguamente pero que permiten aprender la solidaridad, la empatía, la cercanía, el cuidado del más débil, el respeto, el cuidado de la casa común y muchos otros grandes valores humanos.

Vigésimo séptimo domingo del año, 6 de octubre 2024.

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